lunes, 22 de junio de 2009

parte II (sin título)

uno Parte dos. tres

Al fin me levanté. No daba más la cosa de estar ahí dando vueltas sin dormir. Mandé a Pancho, que hacia la guardia a la cama, hasta le presté la mia para que durmiera más cómodo. Y él, fingiendo enojo, se fue arrastrando las pies. Sin más que eso se durmió. Y quedamos la noche y yo, sólas a la luz de la luna. No tenía miedo. La verdad que me habían entrenado bien. Y nunca fui una chica de muchos miedos, sino que todo lo contrario, me gustaban los desafios y me gustaba no saber que hay más allá. Tenía frio en las piernas. Estaban heladas y había olvidado traer mi taza de la carpa. Supuestamente ninguno de nosotros podía abandonar su puesto ni un segundo, pero yo me levanté de la piedra y entre en la carpa pensando que en cinco minutos, en la mitad de la noche, nada podía pasar.

Mitad de mi cuerpo dentro de la carpa, haciendo maniobras extrañas para no caerme sobre El Polaco que se encontraba durmiendo más cerca de la puerta. Una persona me tomo de la cintura y me llevo para atrás. Sin poder casi gritar para despertar a mis compañeros patalie, mis armas tiradas por allí, indefensa en el aire. No le veía la cara a aquel que me sujetaba sentía su aliento caliente y húmedo en mi oreja, su mano en mi boca y su brazo rodeandome la cintura. Con los pies a unos centimetros del piso. De mis ojos caían lagrimas de rabia y lentamente comenzaba a cansarme de forcejear. Empezaba a tener el sueño que había perdido hacia unas hora y me daba cuenta de como había metido la pata, de los líos a los que había llevado a mis compañeros, a mis amigos.

Antes de terminar de cerrar los ojos, victima del agotamiento y de la fuerza con la que apricionaban mi boca y estomago, me doy cuenta que el gran hombre camina de a zancadas por el bosque. Los otros siguen durmiendo sin darse cuenta de mi ausencia. Es en ese mismo momento en el que reacciono estoy siendo llevada: soy prisionera de guerra. Nadie irá por mi, es la ley, tampoco se pagará ningun rescate. Estoy a la deriva, sóla con unos extraños, con frio y sin armas. Estaba cansada, muy cansada. De todo, de la guerra, de las peleas, de los escapes, de vivir escondida, de defender mis ideas. De comer a deshoras sobre una hoja mal lavada y de bañarme en un río helado. Rendida termino dormida en los brazos del gigante.

3 comentarios:

  1. Tienes que cuidar las faltas ortográficas,... las tildes sobre todo.

    ResponderEliminar
  2. (a anónimo) ya lo se...
    Suelo decir que mi cabeza piensa mas rápido que lo que van mis manos. Y suelo nunca revisar lo que escribo. Hasta que pase un tiempo no releo.

    ResponderEliminar

Buscame...