jueves, 27 de diciembre de 2012

relato de colectivo.


Todo comenzó en una parada de colectivo. Un día de lluvia, de esos de últimamente en donde es más agua la que brota de los pies, que la que cae del cielo (inundaciones, le suelen decir). Ella llegó y en la esquina, haciéndose la valiente, mira a la llegada del próximo colectivo. La lluvia le moja la cara y viendo como cada vez las gotas se hacen más pesadas, se esconde bajo un toldo de heladería. Él sale del local con un celular en la mano, escribiendo vaya uno a saber a quién. A alguna novia de barrio, un viejo amigo del secundario, una mamá preguntando si está por llegar. Se le acercó y únicamente le sonrió, una frase de "llueve mucho" (o algo así, no recuerdo bien). Y ella, también, le sonrió, pero tímida como es... no pudo más decir.
Se subieron al mismo colectivo. Se sentaron cercanos, pero no al lado. Se miraron de vez en cuando. Se esquivaron las miradas un tanto avergonzados. Ella se bajo del colectivo y él quedo con su celular hablando con quién sabe quién.
Los tiempos pasaron, los colectivos también. Se volvieron a cruzar una que otra vez. Nunca se volvieron a dar cuenta de su propia presencia. Hasta hoy. Que pasó algo. No sé bien qué fue. Pero pasó. En la parada nuevamente. Una ola de calor agobiante brotaba del mismo suelo que anteriormente estaba inundado. Como la otra vez el chico no dejaba de escribir. Él la miró y la reconoció, ella lo miró y se dio cuenta que ya se habían visto. Ninguno de los dos se animó a sonreír. 
Se subieron al mismo colectivo, él se quedó sin monedas, tardó en sentarse y quedaron enfrentados. Se volvieron a ver, rápidamente, fugaz. Tímidos. Ella se mordió el labio inferior mirando para la ventana. Él la observó disimuladamente pero cuando levantó su mirada la evitó cerrando sus ojos en una media expresión extraña mezclado con bronca, vergüenza y alegría.
Ella se levantó con una sonrisa media pícara en la cara. No lo miró. Tocó el timbre del colectivo y bajo mucho más lento de lo que solía hacerlo. Se dio vuelta desde la calle y vio sus ojos celestes mirándola. Ella se sonrojó y como juego espero que el colectivo se vaya, sin parpadear lo miraba, le levantó una ceja y siguió mirándolo. Él también la miraba y la siguió mientras quedaba arriba le guiñó un ojo y se fue. Hasta la próxima vez, a las 23hrs, en la parada de la heladería.

domingo, 21 de octubre de 2012

dos en la ciudad


Ella se mira sus ojos en el reflejo de un auto estacionado. Se limpia una que otra lagaña que le quedó pegada al salir corriendo. ¿De dónde viene? ¿A dónde va? Ni ella está muy segura. Solo camina para saber que ya no está en el mismo lugar.
Él corre un colectivo al que presiente que no tiene posibilidades de llegar. Su remera amarilla está manchada en la parte de adelante, justo donde comienza el dobladillo. Lo acaba de ver y le da bronca. Mientras que mira su mancha sigue corriendo, se choca con el mismo auto que antes había sido utilizado de espejo. 
El colectivo se va y él lo pierde. Ella camina despacio restregándose un ojo que a comenzado a picarle, luego de quitada la pestaña. Se cruzan; él la ve y ella siente la mirada sin atreverse a darse la vuelta. Pasa el colectivo y se queja pateando un charco de agua. El agua moja su espalda, finalmente se da vuelta pensando lo estúpido que es aquel tipo que acaba de mojarle.
No puede enojarse, sólo se ríe de la mancha en la remera, del color chillon de la misma. Su pelo enmarañado, de los zapatos que no combinan,. De que está mojado de pies a cabeza por ese charco que no solo a ella mojo, sino a los dos. 
Ofendido se aleja y ella lo alcanza y rebusca en sus bolsillos. Le regala un caramelo, solamente eso. y él le sonríe. Solamente eso. 

(rato hace que no escribo ni una imagen... de pronto, entre café y café, una imagen despierta en mi mente... como un destello de algo llamado... de alguna forma?)

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