lunes, 22 de junio de 2009

parte III (sin titulo)

uno dos Parte tres.

Con los primeros rayos de sol que iluminan mi cara me despierto. No estoy segura que hora eran, pero ya el sol estaba bien arriba y había dejado de tener frio. Mis captores habían soltado mis amarras. Veo mi cuchillo y mi pistola cerca de mi mano. Me sorprendo de la estupidés de los soldados. Luego me voy despertando del mismo sueño para entender que nadie puede ser tan estúpido. Me levanto rapidamente y apunto hacia todos lados. No hay nadie.

El suelo se cubre de sangre. Pisadas coloradas en el piso se entremezclan. Mis captores todos muertos mientras dormían. En el piso medio entremetida entre la maleza un papel abollado. Era de la letra de El Polaco. Redonda y desprolija, torpe y media inclinada hacia la izquierda. Escrita en tinta negra con manchas rojas, me dio a entender que se dieron cuenta que me habían llevado antes del amanecer. Al parecer los extraños estos no eran expertos en lo que hacían, dejaron pistas sumamente visibles a cualquier luz. Tras la duda de algunos, se mandaron en mi búsqueda y al encontrarme, en el silencio y la luz que le otorgaba el nuevo día, comenzaron a castigar a los extraños.

Al parecer mi cansancio fue tal que no escuche todo lo que me narraba El Polaco. Imaginaba sus manos lastimadas escribiendo rápido las últimas palabras que me diría. Me decía que hubiese deseado que se lo llevaran a él. Que era una estúpida por no haberlo despertado. Me pedía perdón. Yo ya lo sabía, no quería leerlo, pero sabía que era asi. Estaba sóla. Ellos no podían confiar más en mi. Si pertenecia a su bando o al otro y que en los tiempos que se vivía en la guerra injusta que viviamos no había mucho tiempo de hacer las pruebas de rutina para ver si mentia o decia la verdad. Por eso optaron por dejarme en el cause del río seco con un par de billetes para que pueda rehacer mis días. Que no tenían el valor para dejarme ni la confianza para llevarme. "Mi amiga, decia El Polaco, confío en usted, pero no en ese miedo que nunca tuvo" (un miedo para hacerme hablar, miedo que se calla y aparece en el peor de los momentos)

La carta existe. Sigue guardada con mis demás papeles en la mesa del escritorio. Siempre me pregunté que habrá sido de su vida... No se si algún día lo sabré. Tal vez hoy sea el día. Quién sabe, ¿no? .

parte II (sin título)

uno Parte dos. tres

Al fin me levanté. No daba más la cosa de estar ahí dando vueltas sin dormir. Mandé a Pancho, que hacia la guardia a la cama, hasta le presté la mia para que durmiera más cómodo. Y él, fingiendo enojo, se fue arrastrando las pies. Sin más que eso se durmió. Y quedamos la noche y yo, sólas a la luz de la luna. No tenía miedo. La verdad que me habían entrenado bien. Y nunca fui una chica de muchos miedos, sino que todo lo contrario, me gustaban los desafios y me gustaba no saber que hay más allá. Tenía frio en las piernas. Estaban heladas y había olvidado traer mi taza de la carpa. Supuestamente ninguno de nosotros podía abandonar su puesto ni un segundo, pero yo me levanté de la piedra y entre en la carpa pensando que en cinco minutos, en la mitad de la noche, nada podía pasar.

Mitad de mi cuerpo dentro de la carpa, haciendo maniobras extrañas para no caerme sobre El Polaco que se encontraba durmiendo más cerca de la puerta. Una persona me tomo de la cintura y me llevo para atrás. Sin poder casi gritar para despertar a mis compañeros patalie, mis armas tiradas por allí, indefensa en el aire. No le veía la cara a aquel que me sujetaba sentía su aliento caliente y húmedo en mi oreja, su mano en mi boca y su brazo rodeandome la cintura. Con los pies a unos centimetros del piso. De mis ojos caían lagrimas de rabia y lentamente comenzaba a cansarme de forcejear. Empezaba a tener el sueño que había perdido hacia unas hora y me daba cuenta de como había metido la pata, de los líos a los que había llevado a mis compañeros, a mis amigos.

Antes de terminar de cerrar los ojos, victima del agotamiento y de la fuerza con la que apricionaban mi boca y estomago, me doy cuenta que el gran hombre camina de a zancadas por el bosque. Los otros siguen durmiendo sin darse cuenta de mi ausencia. Es en ese mismo momento en el que reacciono estoy siendo llevada: soy prisionera de guerra. Nadie irá por mi, es la ley, tampoco se pagará ningun rescate. Estoy a la deriva, sóla con unos extraños, con frio y sin armas. Estaba cansada, muy cansada. De todo, de la guerra, de las peleas, de los escapes, de vivir escondida, de defender mis ideas. De comer a deshoras sobre una hoja mal lavada y de bañarme en un río helado. Rendida termino dormida en los brazos del gigante.

domingo, 21 de junio de 2009

parte I (sin titulo)

(historia en capitulos... o en partes, mejor dicho)
Parte uno. dos tres

Lejos del mundo. Lejos de aquello a lo que nosotros solemos llamar ciilización, se encontraban escondidos ellos dos. Eran un grupo de muchachos de alrededor de los veinte años que se creían los salvadores del país. Medio Buenos Aires detrás de ellos por un crimen que si habían cometido y del cual ninguno de ellos se arrepentia.

Serían las cuatros de la mañana cuando sucedio lo que les cuento. El reloj de muñeca de José comenzó a sonar. Me desperté, nada extraño en los ultimos días, desde nuestro escape mi sueño se había vuelto liviano como una pluma y cualquier ruido, por más imperceptible que sea, me despertaba y me matenía en vela lo que restase de la noche. Putie por lo bajo a José y le tiré el almohadon que estaba usando. Me di vuelta en mi bolsa de dormir. Me di cuenta de lo incomoda que estaba allí tirada en el piso semi humedo, un tanto duro y con un frío qué helaba hasta las venas.

José estaba durmiendo, el muy desgraciado puso la alarma para despertar a todos menos a él. Mirando el techo de la carpa suspiré alto. Esperando que alguno de mis compañeros se despierte y me haga compañia. Nada. Todos seguían durmiendo comodamente en sus improvisadas camas. Yo era la única que tenía una bolsa de dormir.Con cierre relámpago y abrigo de pluma. Hoy supongo que me la dieron a mi por que me consideraban la 'damita' del grupo. Por más que yo me obsesionara por no parecerlo, me volvia loca por hacerles creer que era un hombre más, solía hacer estupideces como inventarme una voz más grave, caminar con pasos más toscos como los de ellos, fajarme y hacer desaparecer mis curvas. Ellos me seguían viendo como una mujer. Como una 'niña casi mujer', como me dijo alguna vez, alguna noche de insomnio el Polaco, antes de ocultarnos. Por esa razón creo que esa noche pasó lo que pasó. Creo que su necesidad de protegerme era más fuerte que su necesidad de obedecer.

Entre nosotros había una regla que cumplir. Antes de entrar en el grupo nos prometíamos a nosotros mismos y a nuestros compañeros, que en caso de que agarraran a uno, nadie iría en su búsqueda. Teníamos la obligación de salvar a la mayoría y no salvar al que ya estaba perdido. Era una regla que nos habíamos impuesto y habíamos aceptado de buen grado por lógica y revolucionaria.

sábado, 20 de junio de 2009

seis palabras

(eran 6 palabras sueltas y ahora estan unidas con
otras palabras que, también, estaban sueltas: quien sigue?...)

En aquellas noche de pasión y de sexo desenfrenado intentaba fingir que era otra persona, que no era Leticia. Que no era aquella princesa de literatura para niños con el vestido largo de color celeste pastel y de ojos soñadores. Despertaba pensando que era otra, diferente a ella misma, pero al pronunciar su nombre se daba cuenta, y era la perdición. Le recordaban quién era. Cuando la llamaban, su nombre decía más que ella misma. Con sólo pronunciarlo sus ojos temblaban y la sonrisa se perdía. Se volvía oscura, terriblemente malvada. Los pies se movían y su piel palidecía. Su labios se tornaban violetas y sus manos heladas bajo unos guantes de lana.
Perdia el poco amor que le habian dado a cambio de nada. Lentamente se iba volviendo más Leticia y acostumbrada a ese nuevo 'ella' caminaba por las calles de Buenos Aires esperando que alguien se percatara de su andar despacio, un tanto rengo y destartalado. Cansado de noches buscando lo mismo sin encontrarlo. Insoportablemente abandonado al tiempo y al aire que le rozaba las mejillas.
Una parte de Leticia soñaba. La otra parte se dejaba vivir en el aparente sueño para luego despertarse y seguir soñando con esa vida que no encontraba. De más momentos dulces como aquella tarde adolescente, en esa cita ampliamente planeada, salieron del cine tomados de la mano y se escaparon juntos en un colectivo de linea. Un colectivo que los llevo hasta los más perdidos de los lugares y ella por primera vez sintió el calor en sus muslos. Las caricias en su vientra. Los rasguños en su espalda, los suspiros en sus oidos. Sus ojos se cerraron al unísono.
Se durmieron agotados de pasión y entre los trenes de vuelta a casa, el desapareció. Se lo trago el mismo calor apasionante de una mujer que por alli pasaba. Una voluptuosa rubia unos años más grande. Leticia lo vió y no lo quiso ver. Sino que siguió su viaje de vuelta y comenzó a esperar. Luego se cansó de esperar y comenzó a buscar. Y en cada noche buscaba ese aire de verano rosandole la espalda, esas caricias en su vientre, esas palabras al oido. Sin escuchar más que lo mismo se levantaba y se perdía en el helado calor del día.

martes, 16 de junio de 2009

... ideas **

*Lies*

          Bueno y es que mi nombre no es natalia, como todos creían. Mi nombre es Catrina. Catrina un nombre tan raspante como mi voz y tan dulce como mis manos. Soy una persona que no le avergüenza decir que no es modesta. Una hermosa criatura de ojos cafe y piel anacarada. Con labios de cereza siempre pintados de azul. Un tanto fría y distante pero hecha de un material que arde en el calor. Mi nombre, como les dije no es natalia, es Catrina. Y por suerte puedo decirlo sin pelos en la lengua y tirandome el pelo hacia atrás. Cubierta de niebla amarilla, conjunto de encaje color limón. Verdes suspiros en la noche Catrina pensaba que era Natalia sin ser nadie. No soy natalia, no soy catrina, no soy quien creen que soy. Soy un retazo de la imaginación. En donde siempre estaré.


                           (         que haces natt?, qué hacés?
                                    me embarro cada vez más y más
                                    profundamente en una cienaga.         )

sábado, 13 de junio de 2009

un relato más

A ver si me sale.
Era un hombre que caminaba junto a otro hombre en la calle. Ella ya lo había visto venir desde casi la otra esquina. Dolores tenía la mejor visión de la situación. De frente a mi, de frente a los dos señores que caminaban debajo nuestro, por la vereda de enfrente. Nosotras, sentadas en la esquina de un bar, en la mesa que habia elegido, la más escondida, en la esquina más tibia. Ellos rondarían los 40 o 50 años, o en realidad no lo sabemos. Tendría que preguntarle a Dolores, para mi, todos los hombres con saco de paño escocés y sombrero haciendo juego rondan esa edad.
Estábamos hablando sobre el modo en el que cada uno tiene de narrar. Sobre la necesidad de algunas personas de escribir historias con un comienzo, nudo, desenlace y la imposibilidad de algunas otras de poder hacerlo. Como los relatos son fragmentos de lo que en algún momento pudo ser otra cosa. Dolores miraba por la ventana como los dos hombres se iban acercando cada vez más hacia la esquina más próxima. Me escuchaba y contestaba sin mirarme y sin dejarme de prestar atención. Sus ojos estaban puestos en dos personas que caminaban en la vereda de enfrente. Lo que me hizo descubrirlos por primera vez fue este sin mirar en los ojos de mi amiga. Ambos caminaban cuchicheando algo bajo el frio de la noche, una noche aún joven, aún no del todo noche.
Seguiamos hablando, un poco del todo distraidas, ya casi la conversación era incoherente y hasta automática. Los dos hombre al otro lado de la calle atrían nuestra atrención como ninguna otra cosa dentro de ese café. Esperabamos el momento en el que los hombres cruzaran la calle o, con más suerte, doblaran la esquina. Y no llegaban. Se quedaron parados observando. Entre la mitad de cuadra y casi la esquina. Observando. Sentían nuestras miradas expectantes, lo sabíamos y las dos callamos. Dejamos de hablar y nos miramos con miedo. No dudamos ni un instante. Seguimos mirandolos. Ellos buscaban a su alrededor a alguien. Perseguidos por nuestras miradas buscaron un taxi, la calle estaba desierta.
Nos preguntábamos qué era lo que nos llamaba tanto la atención de estos dos hombres. Si acaso su vestimenta fuera de lo común. Su sombrero tan extravagante. Su andar lento. Su manera de percibir las miradas. Si acaso nos veíamos reflejadas en ellos en un par de años. Si era mera curiosidad de escritor por saber de qué hablaban. No sabíamos. En ese instante sólo supimos que al levantar la mano para parar el único taxi que recorría las calles de Buenos Aires, a uno de ellos se le ocurrió mirar para arriba. Se sonrió y bajó la mano. Se subieron al taxi y partieron.

miércoles, 10 de junio de 2009

cuando se pone lo propio

*Borré todo lo que habia escrito aca. *

No decia nada de lo que quería expresar. Quería escribir mi historia en la vida de otra mujer. Y todos, o al menos varios de los que me leen, saben que eso es imposible. Que me hago cargo (por decir, no?) de lo que me pasa, de lo que siento. Por ende contaré que ahora estoy sentada frente a una computadora (verdad) Hablando con una mujer con la que jugamos a ser mama-hija, sabores y colores, secretos y verdades (verdad). Una toalla en la cabeza por que me da fiaca peinarme (mentira, pero me gusta esa imagen que le habia dado a mi personaje que dejó de existir). Manos heladas, de nervios, de mala circulación, de frío (verdad, mucha verdad). Aquello de lo que quiero escapar a mi lado. (verdad) Dudas y confusiones a la cuenta del día. (verdad).
                                                          (Y a partir de aca contaré parte de una historia que algún día podrá convertirse en algo más que palabras)
No pude decir basta a tiempo. Y me termine enganchando cada vez más en el 'ni'. Me hice la guapa y dije que aceptaba las concecuencias de mis actos y ahora estoy temblando de nervios por que no puedo conmigo misma. Contengo mis manos y mi impulso de hacer cosas de las que luego no pueda escapar. Concecuencias que no quiero ni voy a poder aguantar. (me suelto e pelo y lo dejo caer, largo sobre mis hombros, algo mojado algo seco, suave aroma a jazmin) Entonces escribo para dar a conocer lo que me pasa asi no hago lo que no debo. Lo que me hace mal. No me comunico. Yo ya lo hice. Ahora es su turno. Por ahí ahora es el fin. Por ahí no lo es y el viernes estoy contando otra historia. Uno nunca sabe lo que puede llegar a pasar. Se que no estoy tan bien como me gustaría. El mal humor comienza lentamente a invadirme el ánimo y las contestaciones malas comienzan a vislumbrarse entre mis sonrisas. 

Tintes de silencios entre los que me quieren, por alguien al que no puedo permitirme seguir amando. 

domingo, 7 de junio de 2009

amistad

En un viaje de remis de menos de 5 minutos (desde la casa de otra amiga hasta la mia, desde donde ella luego seguiria con el mismo remis a la suya), una amiga me hizo comprender. O, mejor dicho, me hizo comenzar a entender varias cosas.
Muchas personas van desapareciendo de nuestras vidas. Otras van quedando. Otras ni se dan cuenta de donde están. Otras están y van a estar para siempre pegadas a nosostros como sopapas. Que a veces no nos van a dar ganas de contar cosas a ciertas personas, por que no nos dan la confianza necesaria para hacerlo, por que no generamos nosotros mismos la confianza necesaria para que ellos nos den confianza. Por que estamos deseando que nos den la mano sin estirar la nuestra (aunque hay otras veces que de tanto estirar uno se cansa y quiere que se la estiren).
Me hizo ver que soy normal. Que seria más doloroso que no me este pasando lo que me pasa. Que sería más preocupante para ella que yo no este pasando por este calvario. Que uno pasa tanto tiempo con otra persona que es normal que la extrañe de esa manera y que necesite esa contención. Y más si ultimamente era la única que te la daba. Que en esos casa hay que dejar de esperar. Que hay que comenzar a dejar de esperar y comenzar a gritar. Gritar a gritos la necesidad.

Me hizo ver en un remis como ella me quiere. Me hizo ver como ella es mi 'amiga sopapa' a la uqe le puedo contar varias y más cosas. A la que puedo llamar en mitad de un viaje a Mar del Plata para molestarla con mis lios internos que nadie más que ella conoce. Que puedo gritarle mil y una vez y ella va a serguir viniendo a comer con mi mamá y mi hermana y cocinando pizza (y que su mamá me va a seguir comprando rosquitas vale hacer el pedido). Hay personas sopapas en este mundo. Esta lindo conseguir amigos sopapa. Son como unicos. A veces es dificil verlos todo el tiempo. Es facil enojarse con ellos por que no tienen nunca tiempo, pero también es lindo saber que cuando los veas despues de 20 días ellos van a saber como andas con solo mirar tu cara. Y con solo un abrazo y un beso, con un par de mates y unas galletitas o con un solo viaje en tren apretados a más no poder o sentados en el ultimo vagon entre nosotras podemos sonreir.



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