domingo, 21 de junio de 2009

parte I (sin titulo)

(historia en capitulos... o en partes, mejor dicho)
Parte uno. dos tres

Lejos del mundo. Lejos de aquello a lo que nosotros solemos llamar ciilización, se encontraban escondidos ellos dos. Eran un grupo de muchachos de alrededor de los veinte años que se creían los salvadores del país. Medio Buenos Aires detrás de ellos por un crimen que si habían cometido y del cual ninguno de ellos se arrepentia.

Serían las cuatros de la mañana cuando sucedio lo que les cuento. El reloj de muñeca de José comenzó a sonar. Me desperté, nada extraño en los ultimos días, desde nuestro escape mi sueño se había vuelto liviano como una pluma y cualquier ruido, por más imperceptible que sea, me despertaba y me matenía en vela lo que restase de la noche. Putie por lo bajo a José y le tiré el almohadon que estaba usando. Me di vuelta en mi bolsa de dormir. Me di cuenta de lo incomoda que estaba allí tirada en el piso semi humedo, un tanto duro y con un frío qué helaba hasta las venas.

José estaba durmiendo, el muy desgraciado puso la alarma para despertar a todos menos a él. Mirando el techo de la carpa suspiré alto. Esperando que alguno de mis compañeros se despierte y me haga compañia. Nada. Todos seguían durmiendo comodamente en sus improvisadas camas. Yo era la única que tenía una bolsa de dormir.Con cierre relámpago y abrigo de pluma. Hoy supongo que me la dieron a mi por que me consideraban la 'damita' del grupo. Por más que yo me obsesionara por no parecerlo, me volvia loca por hacerles creer que era un hombre más, solía hacer estupideces como inventarme una voz más grave, caminar con pasos más toscos como los de ellos, fajarme y hacer desaparecer mis curvas. Ellos me seguían viendo como una mujer. Como una 'niña casi mujer', como me dijo alguna vez, alguna noche de insomnio el Polaco, antes de ocultarnos. Por esa razón creo que esa noche pasó lo que pasó. Creo que su necesidad de protegerme era más fuerte que su necesidad de obedecer.

Entre nosotros había una regla que cumplir. Antes de entrar en el grupo nos prometíamos a nosotros mismos y a nuestros compañeros, que en caso de que agarraran a uno, nadie iría en su búsqueda. Teníamos la obligación de salvar a la mayoría y no salvar al que ya estaba perdido. Era una regla que nos habíamos impuesto y habíamos aceptado de buen grado por lógica y revolucionaria.

4 comentarios:

  1. Si, creo que el ser humano es masoca
    por naturaleza, y da igual las veces
    que digas " ya aprendi la leccion "
    no sé si sera tu caso, el mio lo es
    e tropezado tantas veces en la misma
    piedra que ya a pasado a formar parte
    de mi rutina, y si dejo de tropezar en
    ella, la echo de menos...

    Muy buena la historia :)
    besitos wendy!

    ResponderEliminar
  2. Es mas que necesariauna segunda parte.

    ResponderEliminar
  3. a mi me parece de cobarde no saber enfrentar
    la realidad y por ello querer huir....
    pero la decision de suicidarse es algo que
    requiere mucha valentia... si, no todo el
    mundo es capaz de hacerlo, yo no fui capaz
    de hacerlo, soy un cobarde... saludos :)!

    ResponderEliminar
  4. Te agradezco tu visita y tus palabras en mi blog, y esperaré a que se desarrolle esta historia en partes, para poderte comentar seriamente.
    Un saludo.

    ResponderEliminar

Buscame...