viernes, 3 de julio de 2009

no recordar.

Todas las noches lo intento. Lo hago una y otra vez. Me recuesto en la cama y leo mi libro (si, ese que no logro avanzar más de un párrafo por semana). Masco un caramelo de esos blandos de menta que tanto te gustaban (si, esos que me contagiaste la necesidad de mascar antes de dormir). Cuando siento que mis ojos comienzan a cerrarse (o en su defecto el tercer bostezo comienza a surgir) apago rapidamente la luz, me tapo con la manta de lana pesada (aquella tejida que tanto abriga). Me recuesto. Y al instante mismo abro nuevamente los ojos. Los hago acostumbrarse a la oscuridad que me rodea. Las formas de los muebles que parecen amoldarse a la perfección a mi mundo. Los tenues haces de luz que se asoman en cada uno de ellos. Fantasmas de la noche en vela (intentando que duerma, un poco con miedo, otro poco calmada). En mitad de la noche (o por ahí, vaya uno a saber, ya es madrugada) me duermo abrazando una almohada. Olvidando lo feo que es no tenerte a mi lado. (Olvidando que debo dejar de recordarte)

5 comentarios:

  1. ayyyyyyyy! que texto Srita Escaparata!

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  2. si, es una gran duda! pero creo que ves
    la pelicula de tu vida, en primera fila
    y en un cine vacio... si, sera entetenido
    ver el pesimo actor que soy jaja! besos

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  3. Los fantasmas se vuelven la realidad, se la apropian y las realidades fantasmas, nos desprecian. Grandioso tu relato.

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