lunes, 16 de noviembre de 2009

desaparece.

Mía estaba encerrada en la habitación. Sus manos temblaban de miedo, de bronca, de enojo. Sus ojos estaban hinchados y colorados. No pensaba lagrimear ni un segundo por ella. No pensaba más que romper esa puerta que las separaba y gritarle la verdad para que no siga con el eterno grito de 'perdón' que nadie aguantaba.
Se sentó en la cama y dejó de escuchar. Dejó de oir, aunque existieran. Estaban mudos para ella. No le importaban. No le preocupaban. No le producía absolutamente nada que Lara le pida disculpas. No tenía por qué pedirlas. Lara se la pasaba pidiendo perdon. Y ya, ella, no le creía. Se reía de sus perdones absurdos, que sólo buscaban sacarse una culpa que tampoco existía.
Trató de poner sus pensamientos en orden. Trato de acordarse en qué momento ella había permitido que su compañera (amiga, pariente, conocida, ya ni sabía que eran) entrara en su vida. En qué momento se dejo convencer y comenzó a hablar de amor. En qué instante ella se dejó vencer por las palabras suaves de la 'chica del otro lado de la puerta' para largarle la verdada de lo que sentía. Cuando olvidó su coraza y confió en Lara. Su voz, su mirada era una invitación a contarlo todo. No podía aceptar haberse dejado convencer. No pudo entender, cómo, si la conocía tanto, cayó en ese juego.
Y ahora le gritaba perdón. ¿Perdón por qué? ¿Por haberla escuchado? ¿Por que se había dejado gritar por Mía? Ridicula ella que pedía perdon. Perdón. A Lara el perdón le sentaba mal. Llegaba un momento de que tanto pedirlo, no tenía gracia. Que de tanto pedirlo, hubiera sido mejor que se quede sentada en una silla sin hacer más que nada. La odiaba, le parecía totalmente repugnante todo lo que ella decía. Quería que dejara de gritar, de llamar, de existir. 'Desaparecé' dijo en voz baja.
Los gritos cesaron. La voz de Lara del otro lado de la puerta ya no se oía. Mía respiró hondo, comenzó a vestirse lentamente esperando que del otro lado volvieran a hablarle. Cada minuto que pasaba y el silencio se volvía más profundo. Extrañaba la voz grave de Lara. extrañaba los gritos desesperados. Extrañaba la discusión constante. Extrañaba lo que siempre había deseado que desaparezca.
Se hizo la noche, Mía temía salir y encontrarse sola. Escuchó el timbre, escuchó una llave. Oyó unos pasos que se acercaban. Apenas se abrió la puerta. Una flor de un rojo intenso se asomó. Mía la tomó y sin sonreír, abrió la puerta. Del otro lado, él la observaba y la tomó de la mano.
Lara tenía un jazmín blanco. Opuestas ambas, una de cada lado de la mesa. Nuevamente, cómo en la mañana. Sentados alrededor de una mesa, sin decir nada. Absolutamente nada. Silencio. Mía lo rompió. ¿Dónde estabas?. Lara respondió con mirada húmeda, mirando algún punto entre sus piernas y el piso. Alejada de la mesa. Sin ganas ya de hablar (por primera vez, sin ganas de hablar), 'desapareciendo'

3 comentarios:

  1. yyyyo quiero desaparecer un ratito en algunos momentos.
    Re: mil gracias por lo que me dijiste. Siempre, SIEMPRE, me es util.

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  2. ¡Ay, me perdí!
    Esto seguramente es la continuación de algo anterior.... pero tengo que leer lo otro para entenderlo.

    Me falta tiempo, Natt!

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