miércoles, 21 de octubre de 2009

hadas

(a ver qué sale • • •)
Era aún pequeña. Se movía lentamente entre los árboles. Tenía alas de color anaranjado. Corría entre las hojas y buscaba una señal. Algo que le permitiera saber que estaba en lo correcto. Los colores cálidos invadían su mirada y seguía sin ver. Un resoplido. Fuerte, seco, cansada. Cierra sus ojos y los abre. Un instante de segundo y allí estaba. Pequeña como una nuez, liviana cual pluma. Un par de alas azules con corona hecha de flores. Unos ojos rasgados, temerosos y sin pupila, que la miraban.
Lucia cierra un ojo y se mira la nariz. Admira la belleza extraña de aquel ser. En cuanto intenta hablar ya desapreció. Se da la vuelta y no la ve. Espera quieta en el lugar una hora. Dos horas. Tres. La noche comienza a apoderarse del bosque y comienza a tener miedo. Crujen los troncos y se dicen frases que aún ella no podía comprender. Lucía se queda quieta, cierra los ojos y ve una luz entre árboles. Los abre y la deja de ver. Los cierra nuevamente y ve como la luz se mueve entre las ramas. La sigue, comienza a treparse, los ojos bien cerrados y ve todo a la perfección. Siente la madera dura bajo sus pies que la sube hasta la cima.
Y la luz desaparece. Lucía abre los ojos y allí la pequeña niña de alas azules le besa la nariz y le señala las flores rosadas. Con cara asustada el hada de alas azules le muestra el campo de cerezos. Una pequeña mancha de luz corre entre las flores. Una luz es perseguida por un manchon violeta que se apaga en la noche.

1 comentario:

  1. Bello, Canela...

    He vivido aquella sensación contigo. Se trataba de esto...

    Besos.

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