lunes, 27 de diciembre de 2010

despertar

-seguiremos con él en los próximos días.-

Su nombre es Luz. No tendrá más de unos 24 años. Algun más, alguno menos. En definitiva, ronda esa edad. Se come las uñás de las manos cuando está nerviosa, suele repiquetear los dedos en la mesa, intentando marcar algún que otro ritmo, pero, para ser sincera, la música no es lo suyo. Le gusta comer caramelos de miel durante las noches y odia lavarse los dientes antes de tomar café. 
Era un día cómo los de siempre. El despertador suena y ella tantea con su mano la mesa al lado de su cama. No lo alcanza. El gritito agudo del despertador sigue sonando, sigue molestando e impidiendo esos último diez minutos de fiaca. Refunfuñando abre apenas los ojos, tarda en acostumbrarse a la tenue luz que entra por la ventana. El reloj no está sobre la mesa. Una vista panorámica por el cuarto, no lo ve. El sonido no cesa. Hace calor en la habitación, toma una hebilla y se ata rapidamente el cabello en un rodete. Sus ojos continuan la inspección. Ninguna pista. 
Comienza a desesperarse. Respira profundo y entre cierra los ojos, sigue el sonido. Dónde quiera que esté, ella lo va a encontrar. Camina a tientas por la casa, palpando las paredes para no caerse, juguetea con sus dedos siguiendo el ritmo del "ring" del despertador. Cada vez está más cerca, lo puede sentir, y... Plaff! Se apaga. Como todos, este también tiene un tiempo limitado de ring. 
Luz abre los ojos, ya está completamente despierta. Refunfuña, sin despertador sonando puede volver a acostarse, pero ya no es lo mismo. Por tercera mañana concecutiva el despertador consiguió su cometido de levantarla y Luz continúa sin encontrarlo. 

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